Las familias sienten una gran responsabilidad e inquietud al respecto de cómo ayudar a su hijo o hija con pérdida auditiva en su desarrollo, y con frecuencia preguntan por “ejercicios” o “deberes” para casa, cuando en realidad cualquier interacción con el niño es una oportunidad de estimulación con las pautas adecuadas y el juego puede ser una herramienta ideal para crear situaciones comunicativas que llamen la atención del niño y lo motiven a participar.
El objetivo principal debe ser adaptar la forma de interactuar con el niño para facilitarle la recepción de la información auditiva y lingüística, ayudándole así a desarrollar las habilidades de procesamiento dentro de su entorno. No obstante, podemos centrarnos en cuatro aspectos específicos:
Cuando hablamos de estimulación del lenguaje no existe una única herramienta concreta, ni juguetes mejores o peores, la cuestión trata más de cómo y por qué lo usamos que del objeto que usamos, primando siempre un elemento de interacción que genere situaciones de aprendizaje significativo.
Centrándonos en un rango de edad 0-6 años podemos proponer los siguientes ejemplos:
Jugar con encajables de madera (preferiblemente con efectos sonoros) que tenga que coger y encajar, para que tenga que pedir las fichas al adulto antes de encajarlas. Podemos esconderlas y preguntarle dónde están, buscar y guardar las fichas juntos señalando donde hay que ponerlas, pedirle que coja una ficha presentándole el nombre o el sonido que hacen, ponérselas alejadas para que las pida o las llame.
Ej: “Mira, vamos a coger la vaca. A ver ¿dónde la ponemos? (pausa) Aquí (señala)” “Ahora tú, toma (pausa) la oveja (pausa) ¿ dónde se pone?”
Jugar con peluches de animales, emitiendo sus onomatopeyas para que el niño las imite, también podemos nombrar las distintas partes del cuerpo para que las señale o le decimos qué hacen los animales para mejorar su comprensión.
Ej: “ La rana salta, salta, salta (acompañar la palabra con la acción) ¡oh oh! Se ha caído. Pobre rana, llora, llora. Se ha hecho pupa”.
Este tipo de actividades nos ayuda con el desarrollo de la morfosintaxis, la estructura del lenguaje.
Es importante que el niño no aprenda solo a denominar o repetir, un lenguaje funcional es un lenguaje flexible, así que debemos procurar que el niño se familiarice con los distintos tipos de palabras (verbos, adjetivos, pronombres, preposiciones, etc) y como las relaciones entre ellas aportan significado a lo que se dice.
Se puede pensar que esto es algo propio del ámbito escolar, no obstante, estás primeras semillas lingüísticas que pretendemos plantar tienen como finalidad empezar a organizar el lenguaje y permitir al niño una experiencia comunicativa más satisfactoria, que pueda expresar lo que realmente quiere expresar y de una forma tal que los demás le entiendan.
Jugar a las comiditas, dando de comer a un peluche o un muñeco, permitiendo al niño elegir entre una selección de pocos elementos. Con niños más mayores se pueden representar situaciones cotidianas como el ir a la compra o a la tienda, aprovechando las cualidades de los distintos alimentos u objetos como palabras clave dentro de la frase.
Ej: “El bebé tiene hambre, quiere comer. A ver qué quiere comer (pausa, dudamos entre 2 o 3 elementos distintos) el bebé quiere pan (señalar el objeto nombrado) come come (acompañar la palabra con la acción) el bebé come pan”
Para una representación simbólica podemos utilizar también distintos sets de Playmobil o Lego según la edad del niño, cambiando el referente de la acción entre distintas personas/personajes.
Ej: “Quiero comprar dos manzanas verdes y una roja” (pausa, dejamos que elija entre una selección de manzanas de distintos colores) “el muñeco quiere que le lleve una fruta para la merienda” (pausa, dejamos que elija entre una selección de alimentos cuál es una fruta).
Preferiblemente con efectos sonoros, texturas y elementos interactivos. Leerlos interpretando los distintos personajes, con distintas voces y marcando la entonación haciendo participe al niño adaptando la situación según la edad del niño. En el caso de que ya sepa leer podemos pedirle que nos lea él o ella el cuento a nosotros y preguntarle por los elementos implícitos de la historia.
Para niños un poco más mayores un juego de mesa simple de descripciones o adivinanzas como pueden ser “¿quién es quién?”, “Pictionary” o “Hedbanz”.
Este tipo de actividades nos sirven para estimular el nivel pragmático, que supone la integración de habilidades lingüísticas, cognitivas, y sociales.
Por un lado, facilitamos la interpretación de los contextos lingüísticos y los aspectos suprasegmentales, como puede ser la prosodia, la melodía del lenguaje. Es importante introducir ritmos y melodías en nuestra interacción con el niño ya que la entonación también puede influir en el significado (la diferencia entre “hoy hace sol” y “¿hoy hace sol?”) y permite dar intencionalidad a los mensajes (humor, ironía, etc).
Por otro, desarrolla los conceptos de temporalidad y causalidad, permitiendo anticipar situaciones y deducir secuencias lógicas, así como comprender diferentes estados mentales y emociones.
También trabajamos la atención conjunta, la atención dividida y la atención sostenida, respetando turnos e integrando distintos estímulos y conceptos para llegar a la respuesta correcta.
Como conclusión, no debemos olvidar que con o sin la existencia de una pérdida auditiva tratamos primero y ante todo con un niño, que de forma natural utiliza el juego como medio principal mediante el cual aprender a entender e interactuar con el ambiente que lo rodea. Es importante recalcar el enfoque de que la finalidad de estas pautas y ejemplos no es convertir a papá o mamá en un logopeda, sino que las familias puedan adaptar esa herramienta natural de la que el niño ya dispone y utilizarla de forma consciente para estimular su lenguaje dentro de sus rutinas cotidianas, facilitándole así la inmersión en su entorno auditivo.
Bibliografia: